Libros de Octubre 2013

Buenas noches, mis queridos y desocupados lectores,

¿Cómo están? Octubre está llegando a su fin. Aquí cada día oscurece más temprano, hace semanas que las hojas de los árboles dejaron de ser verdes y ahora decoran las mojadas calles del pueblo (y las suelas de mis zapatos).

Esta entrada está dedicada a los libros que leí este mes, que, si bien no fueron muchos, son suficientes como para hacer un post un poco largo (así que prepárense). No, no se preocupen, no voy a darles la sinopsis y reseña de todos, más bien ocuparé uno o dos párrafos para darle espacio a lo que realmente me interesa comentar.

Veinte mil leguas de viaje submarino

Este mes terminé de leer Veinte mil leguas de viaje submarino, de Julio Verne. Lo comencé en agosto, pero entre la temporada de chiles en nogada en México y un examen que tuve que escribir la semana pasada, estuve un poco distraída de mi lectura.

Es un clásico literario, lleno de aventuras, imaginación y situaciones absolutamente fantásticas. Eso sí, Julio Verne es un sabelotodo y tiene muchas ganas de los lectores lo sepamos. Es increíble la cantidad de detalles que da con respecto a la construcción del submarino, las especies subacuáticas y el conocimiento de sus personajes. ¡Si tienen mucho tiempo libre y les da por armar su propio submarino, ahí están las instrucciones completitas!

Me gustó bastante (con todo y que es muy técnico) y me enamoré del Capitán Nemo. Recomendado para todos los amantes de los clásicos y la ciencia ficción.

The Garden of Last Days

El segundo libro fue «The Garden of Last Days» de Andre Dubus III.

Este relata la vida de diferentes personas antes del 11 de septiembre del 2001. A pesar de tener elogios y comentarios positivos en la portada, contra-portada y las primeras cinco páginas, no me gustó nada.

Lo sentí lento, tedioso, lleno de clichés y estereotipos innecesarios. Quien tenga ganas de leer un jueves, viernes, sábado, domingo y lunes de la vida de cuatro o cinco personas en poco más de 500 páginas es libre de comprarlo.

Santa Evita

El mejor libro del mes es definitivamente «Santa Evita», de Tomás Eloy Martínez.

Una novela que me dejó atrapada dentro del mundo de la Argentina peronista y los extraños (por no decir tenebrosos) sucesos que rodean la muerte y preservación del cadáver de Eva Perón. Debo confesar que las primeras páginas no me tenían convencida, pero al autor (quien es también el narrador) tampoco, pues cuenta la investigación exhaustiva del mito que se volvió Evita después de morir.

«El personaje central de esta novela es el cuerpo. Un cuerpo que, con la muerte, cobra una sonoridad sin par y redefine en forma única a la mujer que lo habitaba.»

Martínez comienza escéptico, distanciado e incrédulo con respecto a la obsesión del pueblo argentino con «Esa Mujer» (tanto los que la amaban y santificaban, como los que la odiaban a muerte).

A pesar de las muchas advertencias que recibe – «Si va a contar esta historia, debería tener cuidado. Apenas empiece a contarla, usted tampoco tendrá salvación.» -, se empeña en contar qué fue de Eva Perón cuando la embalsamaron: a dónde la llevaron, el por qué la odiaban tanto (incluso más) después de muerta. Decide que no va a formar parte de las supersticiones que rodean al cuerpo, pero conforme va avanzando la investigación, uno siente cómo el autor se va apasionado con el caso, cómo se pierde en Eva… y antes de darse cuenta, el lector ya también está completamente envuelto y perdido en lo mismo.

Desde copias de cera, un embalsamador prácticamente enamorado de su obra maestra, a civiles muertos, soldados enloquecidos, a un grupo de personas cada vez más poseídos por la belleza de una muñeca de piel brillante que lleva más de tres años muerta. Un escritor que afirma sentir que se asfixia si no la escribe y una lectora que no ha podido comenzar otro libro porque Evita no se lo permite.

Es una novela más bien informativa, con sus altas y sus bajas, sus lentas y sus largas, pero que en la segunda mitad me atrapó tanto, que no me queda más que recomendarla ampliamente, esperando que la disfruten tanto como yo. Un claro ejemplo de que la realidad puede ser mucho más oscura y enfermiza que cualquier obra de ficción.

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