Metro Saint Michel
El metro siempre fue para mí un lugar de pasaje. Me basta con bajar al metro para entrar en una categoría lógica totalmente diferente… categorías lógicas donde la sensación del tiempo cambia. Descubrir bruscamente que, en ciertos estados de distracción, en el metro, se tiene la impresión de que se puede habitar un tiempo que nada tiene que ver con el tiempo que existe en la superficie una vez que salimos a la calle.
– Declaración en una entrevista con Carles Álvarez Garriga.

Llegamos a París a encontrarnos con la noticia de que la línea cuatro del metro, que es la única que pasa por Saint Michel, estaba cerrada, por lo que no vimos más que las escaleras y la entrada principal. Sin embargo, luego de pasar por todas las demás líneas y ver tantas estaciones, puedo decir que estoy de acuerdo con Julio.

En el metro, uno está ajeno a lo que hay en la superficie. Ya sean los puestos de fruta, la gente tocando instrumentos de percusión y cantando, o los murales de colores, las estaciones del metro cambian totalmente y uno pierde la noción del tiempo que se vive afuera.

Residencia temporal de Charles Baudelaire
Dirección: 17 Quai d’Anjou, 75004
“¿Sabe qué fue lo primero que hice al llegar a París? Buscar la Île Saint-Louis, el hotel Pimodan […] ¡Sombras de Baudelaire y de Gautier! Eso después ha cambiado mucho, desde luego, pero estoy lejos de sentirme en el exilio literario. Omnívoro, guardo intactas mis relaciones con América Latina, a las que añado las literaturas francesa e inglesa.”
Respuesta en un cuestionario del Quotidien de París, 1974.

En efecto han cambiado las cosas, pues el hotel Pimodan es ahora el Hôtel de Lauzun. Fue construido en 1657 y Charles Baudelaire y Théophile Gautier rentaron el apartamento de arriba en 1843.
Es ahí donde formaron el Club des Hashischins, que si bien no era muy sano (experimentaban con drogas, especialmente hachís), tenía miembros bastante renombrados: Alexandre Dumas, Gérard de Nerval, Victor Hugo, y Honoré de Balzac, entre otros. Es ahí también donde Baudelaire escribió los primeros poemas de Les Fleurs du Mal.
Jardin des Plantes
Dirección: Quai St. Bernard, 75005
“Hubo un tiempo en que yo pensaba mucho en los axolotl. Iba a verlos al acuario del Jardin des Plantes y me quedaba horas mirándolos, observando su inmovilidad, sus oscuros movimientos. Ahora soy un axolotl.”
Julio Cortázar, Axolotl

Llegué poco antes de que cerraran, por lo que no pude buscar a los axolotls. En el cuento, el protagonista los observa durante tanto tiempo que se convierte en uno de ellos y se queda atrapado para siempre; por eso creo que no verlos fue lo mejor. Escribir esta entrada con dedos de axolotl hubiera sido muy poco práctico.

El jardín es ideal para pasar un domingo en la tarde. Estaba lleno de flores, había niños jugando por todas partes, gente leyendo en alguna banca y el ambiente era tranquilo. No es un lugar muy frecuentado por turistas, por lo que pude ver un poco más de cerca la vida parisina, sin tanta prisa, sin tantas filas para entrar a ningún lado.

Cementerio de Montparnasse
Dirección: 3 Boulevard Edgar Quinet, 75014.

Y así llegamos al último lugar de la ruta Cortázar. El cementerio de Montparnasse, que abrió en 1824 y donde yacen algunos de los intelectuales franceses más importantes, al igual que algunos extranjeros que llevaban Francia en el corazón.

Lo encontré luego de dar unas cuantas vueltas por la tercera sección del cementerio. Había un grupo de señores a su alrededor, riendo y tomando una botella de agua con sospechoso olor a tequila. Cuando me vieron, solamente preguntaron «¿argentina también?».
«Mexicana», les dije yo.
Entonces dijeron sus nacionalidades, hicieron espacio para que yo tomara mi foto, me enseñaron su dudosa botella y, luego de intercambiar información acerca de los otros habitantes del cementerio, se fueron.

La simpática figurita es un cronopio diseñado por Julio Silva y Luis Tomasello. Por supuesto la tumba es totalmente distinta a las demás: está llena de frases, fotos, flores, colores y cigarrillos.

Esta tumba nunca es la misma, pues los mensajes, las fotografías y la decoración cambian constantemente. El Cronopio Mayor está acompañado de su esposa Carol Dunlop, su gran amor, y como dijeran por ahí:
“ Un cronopio es una flor, dos son un jardín.”
Aprovechando la vuelta, fui a visitar a unos paisanos conocidos:

Carlos Fuentes y Don Porfirio son más fáciles de encontrar. Ambos están en las orillas de sus secciones, por lo que uno no necesita más que pasar por la calle para verlos.

Antes de irme, pasé una vez más por donde están Julio y Carol, ya sin gente a su alrededor y me detuve a leer algunos de los mensajes que tenía. Son principalmente notas de lectores aficionados y agradecidos. La verdad, esperaba ver por ahí el nombre de Carles Álvarez Garriga, pero supongo que no necesita escribirlo en la tumba para sentirse cerca de Julio. Él lo encontró hace ya varios años.

Y ahora sí, eso fue todo. Muchas gracias por acompañarme en esta divertida ruta, espero que la hayan disfrutado tanto como yo.
La ruta Cortázar:
Parte 1: Su última residencia, Galerie Vivienne, Museo del Louvre
Parte 2: Pont du Carrousel, Pont des Arts, Pont Neuf, Place Dauphine
Parte 3: Café Old Navy, Librería la Hune, Les Deux Magots, Biblioteca del Arsenal
4 respuestas a “París: la ruta Cortázar, pt. 4”
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