Descubriendo Alemania: Bremen

Bremen fue la tercera parada en nuestra breve ruta. Es una linda ciudad en el noroeste de Alemania conocida por su centro histórico (Altstadt), su zócalo, su catedral y sus grupos musicales, aunque hay quien dice que estos últimos tocan como animales.

Dato: A Bremen se le llamaba «Brema» en español, pero cayó en desuso.

Dato: Bremen tiene el segundo puerto más grande de Alemania, el primero está en Hamburgo.

En caso de que no recuerden la historia de los Músicos de Bremen, pueden leerla aquí. El cuento fue publicado, como la mayoría de los cuentos de hadas mejor conocidos, por los hermanos Grimm. Ya sé que son famosos principalmente por su colección de Cuentos de Hadas, pero también fueron académicos, investigadores culturales, lexicógrafos y lingüistas. Son considerados los padres de la filología alemana.

Notarán que las patas y la boca del burro no tienen la pátina verdosa tan característica del bronce. Cuentan por ahí que frotarlas, trae buena suerte.

Junto al río nos encontramos con Schlachte, un paseo histórico lleno de pubs, bares y restaurantes donde nos sentamos a disfrutar de la mejor invención de este país: La invención de la salchicha al curry.

Bueno, en realidad no pedimos una salchicha al curry, pero pedimos una salchicha y estuvo fantástica. La verdad, yo sí considero que la Bratwurst y el pan son la mejor aportación que este país le pudo haber hecho al mundo.

Bremen no es muy grande. Al menos no la parte que queríamos ver, así que después de caminar unas horas, nos sentamos en una banca a pensar en el siguiente paso. Apenas estábamos considerando algunas opciones, cuando recibimos una recomendación: «Vayan al Schnoor.»

Y como los músicos, decidimos seguir una idea sin pensarla demasiado. Dato chistoso: los Músicos de Bremen nunca llegaron a Bremen.

Resulta que el Schnoor es el «barrio medieval» de Bremen. Es la parte más vieja de la ciudad y la más bonita. Aún conserva ese estilo tan particular de aquella época y algunos de sus edificios están ahí desde el siglo XV y XVI. Un poco apretado el vecindario, sí, pero indiscutiblemente encantador.

Para terminar el día decidimos ir al café del molino, que está muy cerca de la estación del tren. La vista preciosa, el clima perfecto y el servicio… bueno, no se podía pedir tanto. Literalmente, pedimos tres cosas y la amable señorita se confundió.

En fin, si alguien anda dando vueltas por el norte de Alemania y no sabe a dónde ir, Bremen vale muchísimo la pena.

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