Mercados navideños: Bremen

La Sögerstrasse es la calle que lleva directamente al centro de la ciudad, y aunque encontrarla nunca ha sido difícil (es una de las calles principales), en esta época del año, es todo un gusto verla.

Me encanta cómo los alemanes realmente se esmeran a la hora de decorar sus ciudades. Las luces, los árboles, los adornos y todo el ambiente en general casi hacen que a uno se le olvide el frío.

Cinco y media de la tarde, el cielo totalmente oscuro, el centro lleno de luces y la multitud caminando de puesto en puesto. Por ser Bremen, el mercado está ligeramente más lleno que en otros lugares menos turísticos, pero si uno llega temprano, todavía puede caminar tranquilo y pedir algo de comer sin que lo saquen a empujones.

Este mercado rodea la catedral del centro y está divido por las vías del tranvía, que tiene que pasar con sumo cuidado, pues hay niños, abuelos y gente embriagada del espíritu navideño. De verdad, es como que deciden tomarse todo el ponche en una noche y al final no pueden ni caminar.

En todos los mercados de este tipo hay por lo menos uno o dos juegos mecánicos completamente iluminados con focos y adornados con motivos navideños. Casi siempre son niños acompañados de sus padres o abuelos, los que se suben a los juegos. Si me preguntan, creo que los dueños de dichos juegos son muy valientes al ponerlos en un mercado lleno de gente alcoholizada.

Yo nunca me he subido a uno de estos juegos, pues prefiero dedicarme a lo más importante: la comida. Ese día, Ana Pau y yo probamos una crepa de crema de malvavisco. Demasiado dulce para mi gusto, pero divertida de todas formas.

Les había comentado en el post de Braunschweig que los productos que se venden en el mercado navideño son con motivos navideños, pero en Bremen me encontré con que realmente se vende de todo. He aquí algunos de mis puestos favoritos:

Las estrellas son típicas de la época. Es de lo más común ver casas con estrellas colgando frente a la puerta o en la ventana, o incluso en medio de la sala.

Amo las luces de colores. Los puestos que las venden, tienen de todo tipo: cadenas, esferas, globos de nieve; ya sea para colgar en la ventana o poner en la repisa o para usarse como centros de mesa, todas las luces son una maravilla.

Uno de los mejores puestos que vi este año fue la «aldea de pájaros». Las casas para pájaros venían en todos tamaños, formas y colores.

Algunos de los puestos son tan elaborados y tan detallados, que yo los dejaría el resto del año. Sólo les quitaría las luces y el Santa Claus del techo.

Como siempre, antes de irnos fuimos por una bebida caliente.

¿Saben? Cuando llegué a Alemania me encontré con que sus supermercados, algunas cafeterías y los mercados navideños  funcionan con un sistema de Pfand (garantía).

Para los que no lo conocen, funciona así: yo compro una bebida que cuesta 2.50€ pero pago 3.50€ por ella (a veces incluso 4.50€) y me la sirven en una taza decorada hecha de vidrio o cerámica. Cuando me acabo la bebida, regreso la taza y me devuelven el euro extra. Tengo amigos que coleccionan estas tazas, así que una vez al año dejan el euro en el puesto y se llevan la taza a su casa.

Ese día pedimos Feuerzangenbowle (pronunciado foiatsangenboule), un ponche de vino tinto, especias, frutas, jugo de naranja y ron. La mejor parte es la preparación:

Se prepara en un recipiente de vidrio o metal que está suspendido sobre un caquelon que hace que se vea como un set de fondue. Se vierte el vino tinto caliente ya mezclado con el jugo, la fruta y las especias, y en la parte de arriba se coloca una plataforma metálica en la cual sostiene al Zuckerhut («sombrero de azúcar»), que es básicamente un cono grande de azúcar. Se baña con ron, se prende en fuego y el azúcar se carameliza, goteando en la bebida. Divertido, ¿no?

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