2015: ¡Gracias!

¡Queridos lectores, se acabó el año!

Quiero agradecerles por haberme acompañado durante todos estos meses. Gracias por regresar siempre a pesar de mis olvidos y fotos chuecas, gracias por haber comentado y compartido los posts, y gracias por haber leído, comido y viajado conmigo.

He aquí un resumen de lo que pasó en el año: las entradas más populares, los libros que más disfruté y lo que aprendí en general.

Las entradas más leídas

Las tres entradas más leídas son una reseña, una ruta literaria y una reflexión acerca de la literatura, lo cual me dice que variar los temas del blog pero nunca alejarse demasiado de los libros resultó ser una buena idea.

  1. Todo lo que no te conté, de Celeste Ng
  2. La ruta Cortázar
  3. Disgusto literario: Por qué no estoy de acuerdo con «Life and Death: Twilight Reimagined»

Leí 20 libros

Para ver una página más completa de todos y cada uno de ellos, con estadísticas de otros lectores y el promedio de páginas, favor de dirigirse a este link: Goodreads: Your Year in Books He aquí los cinco que más me gustaron:

  1. El Hobbit, de J.R.R. Tolkien
  2. Todo lo que no te conté, de Celeste Ng
  3. It (Eso), de Stephen King
  4. El Sabueso de los Baskerville, de Sir Arthur Conan Doyle
  5. La señora Dalloway, de Virginia Woolf

En el 2015 pude trabajar en áreas que había ignorado durante algún tiempo.

La parte más difícil de tener un problema no es admitirlo, sino resolverlo. Dejar viejos hábitos puede ser complicado, pero este año Dios me ayudó a entender ciertas cosas de mí misma que cambiaron la forma en la que veo la vida. Cuando digo entender, me refiero a que ya las conocía, pero no las estaba experimentando. He aquí una lista de lo que aprendí este año:

1. Siempre habrá gente más inteligente o atractiva o con mejores logros académicos que yo, pero eso no me hace inferior a nadie, me hace diferente.

A pesar del amor y apoyo incondicional de mis papás y de sus mejores esfuerzos, el miedo a no ser lo suficientemente buena se introdujo a mi vida hace un par de años. Pensamientos como «esa persona es mucho más inteligente que yo y me da miedo sonar estúpida si digo algo» se asentaron en mi mente y provocaron que yo desarrollara el miedo a hablar en público, aunque yo nunca había tenido ese problema antes.

En mi experiencia, ese tipo de pensamientos llega cuando uno se sale de su zona de confort y se da cuenta de que no está tan bien equipado para la situación nueva como pensaba. Es natural dudar de ciertos aspectos de uno mismo cuando se vive un cambio grande, pero en lugar de capacitarme mejor para ya no tener dudas, dejé que se quedaran. Dos problemas surgieron gracias a eso:

Dejé de hacer ciertas cosas por miedo a cometer errores «estúpidos» y comencé a dudar de prácticamente todas mis capacidades y talentos.

Este año aprendí que el miedo no previene desastres, los provoca. La gente que no le tiene miedo a cometer errores es la gente que realmente llega a la meta. Aprendí que, el que no sepa tanto como otros y el que no entienda ciertas cosas tan rápido, no significa que no lo pueda hacer.

Ni soy como mi vecino, ni tengo por qué serlo. Dios me dio ideas, talentos, gustos y actitudes totalmente diferentes a los de otras personas y mi trabajo es explorarlas, desarrollarlas y aprovecharlas al máximo.

2. Para poder desarrollarme como persona, probablemente necesite pedir ayuda de cuando en cuando y eso está bien.

Cuando tenía 16, pasé un año en un internado. Un día estaba sentada con un compañero discutiendo sobre alguna película, cuando de pronto entró una amiga mía para preguntarle si le ayudaba con su tarea de matemáticas. Él accedió a hacerlo, pero tan pronto se fue mi amiga, él se volteó hacia mí y me dijo algo que se quedó dando vueltas en mi mente: Odio la dependencia. Este cuate odiaba depender de otras personas y odiaba que otros dependieran de él para lograr algo. Ese día me prometí a mí misma nunca depender de otro ser humano para lograr algo, después de todo, soy una mujer fuerte e independiente que no necesita de ningún hombre (o mujer) para hacer algo.

Craso error.

Tengo ideas, talentos y opiniones, pero eso no significa que no tenga que pedir ayuda cuando no sé cómo proceder. Pedir ayuda no nos hace dependientes, nos hace inteligentes. Así es como conocemos otras perspectivas, así es como vemos cómo funcionan las mentes de otros y así es como aprendemos cosas nuevas.

Este año aprendí a pedir ayuda.

3. «La disciplina, tarde o temprano, vencerá a la inteligencia.» – Perla de sabiduría japonesa.

De nada sirve tener inteligencia, opiniones e ideas, si no tengo la disciplina para hacer algo con ellas. Una idea no es suficiente si no tienes un plan para llevarla a cabo, un plan no es suficiente si no tienes la disciplina para seguirlo.

La vida es un proceso. Nada viene mágicamente, nada se aprende de un día para otro (por lo menos nada que realmente valga la pena). El proceso de ser disciplinada ha sido largo, aunque no tan difícil como me lo esperaba.

Este año aprendí a establecer rutinas simples para mantenerme organizada, aprendí a establecer metas y a ordenar mis prioridades. Este proceso está lejos de terminar, pero cada paso que doy me acerca a donde debo estar.

4. Hacer listas es divertido.

Ya en serio, este año aprendí algo que nunca me hubiera esperado: aprendí a disfrutar todo, incluyendo aquello que antes consideraba aburrido o que no me gustaba. Cosas como leer textos áridos y excesivamente complejos (aun cuando no entiendo cada detalle), hacer tareas tediosas, hacer matemáticas o sentarme en clases de tres horas con maestros fastidiosos.

Aprendí que todo tiene un propósito, aun cuando no sé cuál es. Bueno o malo, triste o feliz, aburrido o divertido, todo es parte de la vida y merece ser disfrutado.


Una vez más, gracias por todo. Disfruten estas fiestas y nos vemos en unos días para comentar de lo que viene en el 2016, que incluye metas, planes, viajes y, por supuesto, muchos libros.

Paola.

A %d blogueros les gusta esto: