Bélgica: de libros y monumentos

Bruselas

El último día en Bruselas desayunamos en Le Pain Quotidien, un restaurante-panadería fundado en Bruselas en 1990 por Alain Coumont, un chef que, al no encontrar el pan adecuado para su restaurante, decidió hacer el suyo en un pequeño local en la 16 rue Dansaert. Hoy en día, es una cadena internacional. Nosotras fuimos al que está dentro de las Galeries Royales St. Hubert sin saber bien qué era ni qué tenía.

Fue probablemente una de las mejores decisiones del viaje. La comida estuvo excelente, el pan era recién horneado y el café estaba delicioso.

De ahí, caminamos hacia una de las librerías más recomendadas de la ciudad: Tropismes.

El lugar no es muy grande, pero parte de su encanto es que con pocos metros lograron poner libros en todos los espacios libres que había. Entre los muebles, sobre otros libros o bajo las escaleras, ningún rincón se quedó sin su libro.

Siguiendo la tradición, busqué el área de literatura latinoamericana y me encontré a Julio, a Carlos y a Gabriel, entre otros, muy juntos en una repisa del fondo.

Brujas

Ese mismo día que nos fuimos a Brujas y déjenme contarles que la estación del tren era un caos. Todos los trenes (literalmente todos) traían un retraso de mínimo 30 minutos y nadie sabía qué hacer. Dicen por ahí que uno no aprecia lo que tiene hasta que lo pierde, no me vuelvo a quejar de los trenes alemanes. Se retrasan todo el tiempo, pero al menos uno sabe qué está pasando.

Brujas en neerlandés es Brugge, que deriva del neerlandés antiguo y significa «puentes». Los primeros registros del nombre, allá por el año 840, incluyen las variantes Bruggas y Brvggas. La Crónica Anglosajona, documento histórico que pude estudiar este semestre en la universidad, menciona a la ciudad con los nombres de Bricge, en el año 1037 y Brycge, en 1049 y 1052.

Supongo que en español se llama Brujas porque suena parecido a Brugge, un nombre no muy favorecedor. Sin embargo, si le preguntan a mi papá, él la llama «la ciudad más bonita del mundo».

Al final llegamos a Brujas y lo primero que hicimos (aparte de comer y dejar las maletas) fue buscar la Iglesia de Nuestra Señora, donde se encuentra la Madonna de Brujas, a quien yo tenía muchas ganas de conocer gracias a la película The Monuments Men, que es de mis favoritas.

La Madonna de Brujas fue esculpida en mármol por Miguel Ángel en 1504 y mide apenas 1.23m de altura. Sólo ha dejado Bélgica en dos ocasiones: cuando se la llevaron a Francia en 1794 y cuando se la llevaron a Alemania en 1944.

Nosotras la encontramos bella y muy sentada en su capilla, como debe ser.

Al salir, fuimos a la galería-museo de Salvador Dalí, pero pasamos a una librería que yo había visto de ida.

Lindo lugar, igual pequeño, pero lleno de libros y otros objetos relacionados con la literatura. Una de mis actividades favoritas cuando estoy de viaje es buscar librerías locales. Me gusta ver qué libros venden, cómo los ordenan, en qué idiomas están. Procuro siempre comprar algo pequeño. Un libro no siempre es posible, pues la barrera del idioma me lo impide.

El museo-galería tampoco es muy grande, pero está bien ubicado (en la plaza central de la ciudad) y tiene algunas de las obras menos conocidas de Dalí.

Es un sólo salón, por lo que uno no pasa mucho tiempo ahí dentro. Para quienes son como yo, que les gustan las galerías, pero no les gusta Dalí, tiene el tamaño ideal.

En una de las paredes me encontré esta versión de la portada de Las aventuras de Alicia en el país de las maravillas. Me hubiera gustado ver la edición completa.

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