Bélgica es famoso por su tradición chocolatera, que se remonta al siglo XVII. Por supuesto su cacao siempre ha sido importado, pero hoy en día es parte fundamental de su cultura y economía, y los estándares de calidad para la producción de chocolates separan a Bélgica de los otros países europeos.
En Bélgica hay una chocolatería en cada esquina y, aunque me hubiera gustado probarlas todas, tuve que conformarme con entrar a ver varias y comprar en unas pocas.
En Bruselas
Neuhaus
Dirección: 25 Galerie de la Reine, 1000 Bruxelles

Neuhaus es una de las chocolaterías más importantes, pues además de ser una de las más grandes y antiguas, es el lugar de nacimiento de la praline o bombón de chocolate, en 1912.
La primera está dentro de las Galeries Royales St. Hubert, que está llena de chocolaterías.
Pierre Marcolini
Dirección: 5 Galerie du Roi, 1000 Bruxelles

Ahí fue donde entendí que los chocolates se pueden vender como joyería. Las boutiques de Pierre Marcolini son amplias y bien iluminadas, los chocolates están protegidos detrás de cristales y presentados en cajas que bien podrían haber sido para empacar joyería.
La Belgique Gourmande
Dirección: 17 Galerie de la Reine, 1000 Brussels

La Belgique Gourmande tiene un estilo carnavalesco muy simpático. Está totalmente decorada con máscaras, aros de colores y arlequines que cuelgan de las paredes.
Galler
Dirección: 44 rue au Beurre, 1000 Bruxelles

Lo más bonito de Galle son los colores de sus barras y huevos de chocolate, todos con sabores y presentaciones diferentes. Los empaques naranjas con listones cafés me recordaron la tienda Hermès, y supongo que escogieron esa paleta con esa intención, pues hace que la tienda se vea más lujosa.
Elisabeth
Dirección: 43 rue au Beurre 1000 Bruxelles

Había unas cuatro chocolaterías Elisabeth en distintas calles y cada una vendía cosas diferentes. Algunas tenían merengues gigantes, otras tenían galletas o chocolates en las ventanas, pero todas se veían fantásticas. Fue aquí donde descubrí que la felicidad tiene nombre: Mellow Cake.

El mellow cake es un malvavisco, suave y esponjoso, sobre una galleta y cubierto con chocolate semi amargo. Yo he probado versiones de malvaviscos con chocolate, pero nunca como esta; este tipo de malvavisco fue toda una experiencia chocolatosa. El primer día compré uno para probarlo, al día siguiente fui por la caja completa.
En Brujas

En Brujas visité el Choco-Story Museum, una casa convertida en museo. El edificio data de 1480 y originalmente era una taberna.
Dirección: 2 Wijnzakstraat, 8000 Bruges
Una buena parte del museo está dedicada al origen e historia del cacao, por lo que no es nada nuevo para los que ya la conocemos, pero el recorrido es rápido y simpático, especialmente porque los botes de basura tienen forma de cacao.
Y tienen un huevo de chocolate gigante en la entrada.

Además de la historia del chocolate, el museo incluye un poco de la geografía y botánica del chocolate, así como algunas recetas e incluso una presentación de la preparación de pralines.
Le Comptoir de Mathilde
Esta fue la última chocolatería que visité. Ahí probé por primera vez la famosa «choco-cuchara».


La choco-cuchara es básicamente una cuchara de madera con un cubo de chocolate que se sumerge un vaso caliente de leche al que se le mete. Había más de veinte sabores para escoger, por lo que tardé unos cinco minutos en decidirme por una.
Al final escogí chocolate amargo con chile.

El viaje se me hizo corto. Me faltaron días para terminar de ver, pero yo diría que hice un poco de todo. Hubo museos, galerías, un poco de literatura y muchos, muchos chocolates. Especialmente porque compré un malvavisco en barra cubierto con chocolate y nueces (sí, aparte de la caja de mellow cakes). Pero cuando siento que ya he comido demasiado chocolate, recuerdo las palabras sabias del químico alemán Justus von Liebig:
«El chocolate es un alimento perfecto, tan sano como delicioso, un benéfico restaurador de la energía. Es el mejor amigo de los que participan en actividades literarias.»