Sin juramento me podrán creer que no he olvidado este blog, a pesar de que ha pasado más de un mes desde la última vez que escribí algo. Pero no he podido yo contravenir al orden de naturaleza caótica que surge con una mudanza a través del atlántico sumada a los preparativos para escribir una tesis.
Finalmente estoy sentada en mi casa, haciéndole cambios a mi cuarto y preparándome psicológicamente para los siguientes días, en los que estaré encerrada escribiendo mi tesis. Como hace poco más de un mes que no les escribo, les debo al menos cuatro posts, pero como leí tres libros y fui a tres lugares diferentes, les debo al menos seis. Prometo ponerme al corriente, así que esperen verme más seguido en lo que queda del año. Por lo pronto, hablemos de uno de los hombres más conocidos en el mundo de la literatura y a quien, muchas veces sin saberlo, encontramos en la vida cotidiana.
Desocupado lector: sin juramento me podrás creer que quisiera que este libro, como hijo del entendimiento, fuera el más hermoso, el más gallardo y más discreto que pudiera imaginarse. Pero no he podido yo contravenir al orden de naturaleza, que en ella cada cosa engendra su semejante.
Miguel de Cervantes Saavedra, Don Quijote de la Mancha
Miguel de Cervantes Saavedra (1547-1616) es uno de los nombres más sonados en cualquier país de habla hispana. Siendo él la figura más importante de la literatura española, todos los que hemos tenido clase de español o de literatura en la escuela hemos estado en contacto, al menos, con su nombre.

Los ecos de Cervantes se pueden oír por los rincones más inesperados de nuestro día a día.
Cervantes en Madrid
Este año, Miguel de Cervantes ha estado más presente que nunca, pues han pasado 400 años desde que murió allá en Madrid, en el Barrio de las letras. Aunque no estuvimos más de dos días en Madrid, Ana Pau y yo pudimos quedarnos justo en ese barrio, por lo que alcanzamos a ver el papel que juega la literatura en ese lugar.
El Barrio de las letras
Localizado en el centro de Madrid, el Barrio de las letras está entre la calle Carrera de San Jerónimo y la calle de Atocha, de norte a sur, y entre el Paseo del Prado y la Calle de la Cruz, de este a oeste. El nombre le fue dado gracias a que fue ahí donde vivieron artistas como Luis de Góngora, Francisco de Quevedo, Lope de Vega y, por supuesto, Miguel de Cervantes durante lo que se conoce como el Siglo de Oro, que va más o menos de 1492 a 1659.
Llegué cuando ya estaba oscuro y los museos estaban cerrados, por lo que di una breve caminata por las calles más cercanas al lugar donde nos estábamos quedando para conocer el lugar y aprendernos el camino de regreso. El barrio resultó ser mágico, pues la decoración de los bares y los restaurantes, los nombres de las calles siempre acompañados de una ilustración, las placas en las paredes y todo lo que nos rodeaba servía para recordar el lugar en el que estábamos y a quienes habían estado ahí antes.

Esa noche caminé hasta topar con la Plaza de las Cortes, donde los edificios monumentales nos indicaron que era hora de regresar, pero no sin antes ver al mismo Cervantes, parado muy serio en el centro de la pequeña plaza frente al Hotel Villa Real, acompañando a un hombre que había decidido dejar ahí sus cosas.

Al día siguiente, ya con más luz y más tiempo, salí a darle la vuelta de nuevo, a leer las placas y a observar el piso y a leer cada una de las citas en el piso.




El camino nos llevó hasta la Plaza de Santa Ana, donde se encuentra el Teatro Español, inaugurado el 21 de septiembre de 1583, que ha visto los estrenos de obras de dramaturgos como Leandro Fernández de Moratín, Pedro Calderón de la Barca y Federico García Lorca.

Miguel en Cervantes
Como Cervantes murió en 1616, en este 2016, Madrid estaba de fiesta. Y nadie mejor para celebrar el aniversario de la muerte de Miguel de Cervantes Saavedra que el Instituto Cervantes, en donde se montó una exposición gratuita llamada Miguel en Cervantes: El retablo de las maravillas, que va a estar ahí hasta el 8 de enero del 2017.

Como se puede apreciar en el cuadro, la exposición está dividida en dos partes: la biografía de Miguel de Cervantes y la obra de teatro El retablo de las maravillas, ilustradas por David Rubín y Miguelanxo Prado.

Es una exposición pequeña, pero definitivamente vale la pena. Distribuidas de forma circular, las ilustraciones del círculo exterior narran la vida de Miguel de Cervantes de forma divertida y concisa, mientras que el círculo interior contiene El retablo de las maravillas contado como cómic.

Para serles sincera, no me encantó la parte del Retablo, pues sentí invasivos tanto el tipo de ilustración como la paleta de colores que los artistas escogieron. Sin embargo, la biografía ilustrada me gustó tanto que no tardé en adquirir el catálogo de la exposición, aún sabiendo que no tendría mucho espacio en mi pequeña maleta.

Si se encuentran cerca de Madrid este diciembre, no duden en ir a Miguel en Cervantes. Es una muy buena exposición, muy divertida y ¡es gratis!
Horarios de visita: Martes a Viernes 16 a 21h. Sábados de 11 a 21h. Domingos y días festivos de 11 a 16h.
Dirección: Instituto Cervantes – Sala de Exposiciones, calle Alcalá 49, 28014 Madrid.

Cervantes en la Ciudad de México
Finalmente me encontré a Cervantes una vez más aquí en México, cuando mi papá llegó anunciando que había comprado boletos para ver El hombre de la Mancha, un musical basado en Don Quijote de la Mancha, escrito por Dale Wasserman y Joe Darion, y compuesto por Mitch Leigh.
La obra comienza cuando Cervantes, un idealista, es arrojado a la cárcel donde debe esperar su audiencia con la Inquisición española. Los otros prisioneros deciden juzgarlo entre ellos y para castigarlo, amenazan con destruir un montón de papeles que lleva bajo el brazo. Para defenderse, Cervantes les cuenta una historia y los invita a actuar en ella. Esta es la historia de las aventuras de un caballero loco y de su fiel amigo y escudero, Sancho.
A pesar de no seguir su historia al pie de la letra, el musical, con sus buenas voces, su buena producción y su muy simpático libreto, es una carta de amor a Cervantes. Salí contenta, no sólo por el gusto de haber visto un musical, sino porque me di cuenta de que, 400 años más tarde, Cervantes sigue siendo celebrado.