2017: El año del pensamiento disciplinado

¡Feliz año nuevo, queridos y desocupados lectores!

Nunca he sido de esas personas que hacen propósitos de año nuevo. A decir verdad, odio hacerlos. El querer empezar a (o dejar de) hacer algo simplemente porque hay un número diferente en la fecha mostrada en el calendario, siempre me ha parecido un poco bobo. Tal vez es porque la escuela nunca empezaba en enero, sino en agosto; tal vez es porque yo nací en junio. Mi vida no empezó un primero de enero y no creo que termine un 31 de diciembre. Entonces, ¿por qué basaría mis hábitos, metas y aspiraciones en algo tan arbitrario como el calendario?

Pero el mes pasado, gracias a un grupo de escritoras en el que participo de cuando en cuando, leí un artículo llamado The Benefits of Choosing a Word of the Year (Los beneficios de escoger una palabra del año). El artículo habla de escoger una palabra para determinar cómo debería ser nuestro año. No una lista, no un bonche de propósitos, una sola palabra para impactar cada aspecto de nuestra vida. Mientras lo leía, no pude evitar pensar en la palabra disciplina.

Disciplina.

¡Qué cansado suena eso! A pesar de los mejores esfuerzos de mis papás, la disciplina es  algo con lo que he batallado toda mi vida. Siempre fui muy desordenada, no tendía mi cama, no hacía tareas, no regresaba las cosas a su lugar y nunca llegaba a tiempo a ningún lado. Y entonces me mudé a Alemania.

¡Y que si no les gusta la disciplina a los alemanes! Incluso los más relajados se sienten disciplinados cuando se les compara con aquello a lo que yo estaba acostumbrada. Durante mis cuatro años en Alemania, y después de haber fallado terriblemente un semestre completo, me vi forzada a cambiar mis hábitos de forma drástica. Me volví organizada, ordenada y bastante responsable.

“¿Por qué es importante la disciplina? La disciplina nos enseña a operar por principios más que por deseos. El decirle “no” a nuestros impulsos (incluso a aquellos que no son pecaminosos) nos pone en control de nuestros apetitos y nos depone de nuestras codicias, permitiendo así que la verdad, la virtud y la integridad rijan nuestras mentes.”

John F. MacArthur Jr.*, en lo que es probablemente el único caso en que hemos coincidido en algo. Traducción mía.

Sin embargo aquí estoy, tratando de encontrar ideas para ser productiva, para atenerme a mis reglas, para lograr mis metas. A pesar de los cambios que he vivido, al sentarme a revisar todo lo que había planeado para el 2016, me di cuenta de que no acabé mi lista de proyectos. Sí hice muchas de las cosas que me había propuesto, las importantes: terminé la universidad, me mudé de regreso a la Ciudad de México, perdí peso, mejoré mi relación con Dios, etc. Pero no puedo evitar pensar que hubiera podido hacer muchas cosas más, si hubiera sido más disciplinada.

Este es el año de la disciplina. Hay un artículo muy breve escrito por Sarah Dobson, en el que habla de cómo la consistencia y la rendición de cuentas son necesarias para poder ser productivos: The Biggest Lesson I Learned this Year. Tras haberlo leído, me di cuenta de que para ser disciplinada, también necesito rendirle cuentas a alguien además de mí misma. En parte, este artículo es para eso. Al contarles a ustedes, queridos lectores, algunos de mis proyectos, los estoy convirtiendo en mis «accountability buddies«, es decir, con ustedes debo rendir cuentas a finales de año.

He aquí algunos de mis planes:

Levantarme temprano | Escribir regularmente en el blog y en mis proyectos privados | Aplicar para una maestría | Leer 25 libros | Leer la Biblia todos los días | Practicar un instrumento | Participar en los cuatro cursos de mi lista de cosas por aprender | Despejar mi vida (deshacerme de lo que no necesito) | Estar más despierta a aquello que me rodea | Comer sanamente | Mantener el contacto con mis amigos | Abrirme a conocer gente nueva | Orar más | Dejar de perder el tiempo en cosas poco importantes | Proseguir hacia la meta

Yo sé que la mayoría de estas frases suenan como propósitos de año nuevo, pero les prometo que no lo son. Más bien son reafirmaciones de planes que ya había empezado y que quiero llevar a cabo. Durante el año les iré contando cómo voy.

¿Ustedes qué tal? ¿Qué palabra les gustaría que describiera su año? ¿Qué planes tienen?

¡Feliz viernes!

Paola.

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