Hoy vamos a hablar de libretas. El tipo personal de libretas: el diario.
Durante varios años me rehusé a tener un diario. La idea de abrir con la línea «querido diario» y de contarle a una libreta todo sobre mi día, cada día, por el resto de mis días sonaba tedioso, sin mencionar aburrido.
Pero, ¿qué significa realmente tener un diario? ¿Es tener una pequeña libreta para escribir mi rutina por el resto de mi vida? ¿O no será un espacio seguro para llenar de mis pensamientos e impresiones? ¿Un lugar donde me pueda expresar tan abierta y honestamente como me sea posible?
Hoy les quiero compartir una breve lista de lo que he aprendido desde que empecé a escribir un diario, con un poco de ayuda de nuestros amigos literarios.
“What sort of diary should I like mine to be? Something loose knit and yet not slovenly, so elastic that it will embrace anything, solemn, slight or beautiful that comes into my mind.”
Virginia Woolf, A Writer’s Diary
Un diario no es una crónica de todo lo que pasa en tu vida.
Mi diario no empezó como un diario. Originalmente era una libreta de viajes para que yo me pudiera organizar mejor, pero durante el primer viaje comencé a escribir notas sobre lo que veía y lo que leía. A los pocos días, le añadí pensamientos de cuando leía mi Biblia y poco a poco mi libreta de viajes se fue llenando de citas, artículos, recordatorios, notas, letras de canciones y otras anécdotas.
Me di cuenta entonces de que un diario no necesita ser una crónica detallada de todo lo que pasa todos los días. Es simplemente un lugar en el cual yo puedo depositar cualquier pensamiento que haya tenido durante el día, donde puedo explorarlos un poco más y desarrollarlos hasta convertirlos en ideas más concretas. Creo que lo hubiera entendido antes si hubiera leído lo que Joan Didion dijo acerca de su libreta:
“The point of my keeping a notebook has never been, nor is it now, to have an accurate factual record of what I have been doing or thinking.”
Un diario debe ser completamente privado y personal.
El punto de tener un diario es que yo me pueda expresar con la absoluta certeza de que nadie más lo va a leer. No porque yo tenga oscuros secretos que ocultar de los que me rodean, sino porque necesito la libertad que mi privacidad representa.
En su diario, A World of My Own: A Dream Diary (Un mundo propio: Diario de sueños), Graham Greene escribió:
“It can be a comfort sometimes to know that there is a world which is purely one’s own – the experience in that world, of travel, danger, happiness, is shared with no one else.”
Un diario debería hacerme más consciente de mí misma y de lo que me rodea.
Aquí es donde empieza la mejor parte de tener un diario, en la consciencia. Desde que comencé a escribir, comencé a poner más atención. Cuando pienso o siento algo y considero que debo escribirlo, el simple hecho de escribirlo me lleva a explorarlo un poco más. Necesito explicar por qué le estoy poniendo atención y por qué es importante que lo escriba. Esto me ha hecho comenzar a reflexionar sobre las cosas desde antes de considerar escribirlas. Veo a la gente y me pregunto por qué se comportan como lo hacen, veo mis sentimientos y procuro localizar su origen, veo mis intereses y evalúo por qué es que me interesan.
“It was while writing a Diary that I discovered how to capture the living moments.”
Anaïs Nin
Para Søren Kierkegaard, el no sentarnos a contemplar nuestras vidas en silencio, nos puede llevar a perdernos a nosotros mismos y a absorber completamente las ideas de otros.
Un diario es un lugar para ser creativo.
De acuerdo, esta idea no es mía. Esta idea ha sido desarrollada por un sinnúmero de escritores y pensadores, pero mi favorita siempre va a ser la de Virginia Woolf, quien usaba su diario para poner sus pensamientos, dolores y reflexiones, así como para experimentar con nuevas formas de escribir. Woolf usaba su diario como una plataforma para contenido y estilo.
“I confess that the rough and random style of it, often so ungrammatical, and crying for a word altered, afflicted me somewhat. I am trying to tell whichever self it is that reads this hereafter that I can write very much better; and take no time over this; and forbid her to let the eye of man behold it. […] But what is more to the point is my belief that the habit of writing thus for my own eye only is good practice. It loosens the ligaments. Never mind the misses and the stumbles.”
Virginia Woolf, A Writer’s Diary
Virginia, inspiradora como siempre, tiene un punto. Debo decir que sí considero que mi forma de escribir ha mejorado desde que empecé a escribir en mi diario. Un escritor, como un pianista, un futbolista, un arquitecto, o cualquier otra persona, necesita practicar para mejorar. ¿Puedo decir que soy una escritora talentosa después de un año de pruebas y errores con el diario? No realmente, pero por supuesto seguiré practicando. Un diario es un espacio para ser creativo. Aun cuando no te consideras escritor, lo mejor de un diario es que puedes almacenar lo que sea que te guste. Puedes garabatear pequeños monstruos, puedes trazar aviones, puedes hacer matemáticas, un diario te da el espacio extra para practicar y ser creativo.