«Obra anfibia,» son las palabras con las que se describe este libro. Anfibia, de amphi, ambos, y bio, vida. Anfibia, entre la prosa poética y la fotografía.
«Jai Singh quiere ser eso que pregunta, Jai Singh sabe que la sed que se sacia con el agua volverá a atormentarlo, Jai Singh sabe que solamente siendo el agua dejará de tener sed.»
En 1968, Julio Cortázar visitó el observatorio de Jaipur, construido en el siglo XVIII por el maharajá Jai Singh. Como buen turista, Julio tomó muchas fotografías que después combinaría con textos que escribió en Francia en 1971.

¿De qué trata?
De todo y de nada. Lúdico, como siempre, Julio va y viene en su narración, combinando ensayo, ficción, reflexiones y con las imágenes que tomó en su viaje, utilizando el lenguaje libremente y apoyándose en lo visual para hablar de «todo eso que no tiene nombre.»
En solamente 90 páginas, Julio nos cuenta con un lenguaje libre, con ese estilo tan propio de la ciudad, de Jai Singh, de Baudelaire, de Moebius, de la noche pelirroja, de las anguilas y, por supuesto, del observatorio.
“perro aristotélico, que lo binario que te afila los colmillos sepa de alguna manera su innecesidad cuando otra esclusa empieza a abrirse en mármol y en peces, cuando Jai Singh con un cristal entre los dedos es ese pescador que extrae de la red, estremecida de dientes y de rabia, una anguila que es una estrella que es una anguila que es una estrella que es una anguila.”
El libro solo es para los que disfrutamos leer todo lo producido por Cortázar, pues es particularmente extraño y un lector que no está acostumbrado a su forma de escribir o que está distraído, se puede perder fácilmente. Lo digo porque, aunque estoy acostumbrada a leer a Julio, me perdí varias veces y tuve que regresarme incluso párrafos completos.
De cualquier forma lo disfruté bastante. Siempre es un gusto saber lo que pasa por la cabeza de alguien cuando visita un lugar. Más si ese alguien es Julio.
