Mercados Navideños: Köln

Estamos ya por terminar el año y en el siguiente post les compartiré un resumen de lo que hicimos en este 2017. Pero, mientras tanto, les compartiré de la época navideña en la ciudad de Colonia.

Colonia es la ciudad más poblada del estado de Renania del Norte-Westfalia y es la cuarta ciudad más grande de Alemania. También es una de las que más me gustan, pero de eso hablaremos en otro momento.

En Colonia hay varios mercados que se ponen en distintas partes de la ciudad. A falta de tiempo sólo fui a dos, el de la catedral y el del centro.

Si me preguntan en cualquier otra época del año, les diré que la explanada sur de la Catedral de Colonia es uno de los lugares más incómodos de la ciudad. Está vacía, fría, el viento sopla con mucha fuerza y casi no tiene bancas para sentarse

Sin embargo, durante la temporada navideña la explanada de la Catedral se transforma completamente y donde normalmente no hay más que turistas con chamarras gruesas y gente quejándose del viento se encuentra un bello paisaje lleno de luces, comida y música.

Los puestos en forma de casita, los techos rojos, el olor a ponche y a nueces caramelizadas, los adornos y los árboles hacen de este un lugar mágico.

Sí, se vende lo mismo que en todos los mercados. Siempre son las mismas luces de colores, las mismas esferas de vidrio, las mismas estrellas de papel y las mismas casas de barro. Pero hay algo especial en el acercarse y observar.

Me gusta escuchar a la gente hablar de sus planes para Navidad, los veo comparar sus horarios de trabajo y escucho cómo intercambian tips sobre comida y regalos. Trabajar en un mercado navideño puede ser frío y cansado, pero la mayoría de la gente lo hace con una sonrisa.

En el centro del mercado hay un escenario donde siempre hay algún músico tocando villancicos. La gente se reúne ahí para cantar, tomar y hablar. Al menos antes de las seis, que es cuando se llena realmente el mercado y entonces uno no puede ni pasar.

Un puesto simpático que encontré fue el de «Nombres y Gatos». Leí el nombre y no sabía qué esperar, pero al acercarme me di cuenta de que no hubiera podido esperar nada que no fueran los objetos con nombres escritos y dibujos de gatos.

Las esferas pintadas a mano siempre son un gusto. No importa cuánto se parecen los modelos y los dibujos, si están pintadas a mano, no hay dos esferas iguales.

En cada mercado que visito trato de tomar fotos de distintos objetos, pero luego de ir a dos o tres mercados por año se vuelve más y más difícil encontrar algo diferente y original.

Sin embargo de cuando en cuando me encuentro parada frente a un puesto totalmente diferente a los demás. Este año, ese puesto fue el de las caras de yeso.

Caminé veinte minutos para llegar al otro mercado. El Mercado de los Ángeles está ubicado en el centro de la ciudad. Al igual que el otro, es relativamente pequeño pero su estilo es diferente. Los puestos son blancos o cafés y por su forma y distribución parece un pequeño pueblito.

Cuando un buen amigo me recomendó ir a este mercado, me dijo que la mejor parte eran las luces en los árboles. Es como una noche estrellada, me dijo. Efectivamente, las luces fueron de las cosas que más disfruté.

Los olores del mercado son encantadoramente intensos. Uno camina y va oliendo el ponche, la comida tradicional alemana, el vino, los chocolates y el pastel recién horneado.

Lo último que vi y compré fue un waffle, o como se llama en otros lados, gofre.

¿Un gofre?

Un gofre.

Compré un enorme y delicioso gofre cubierto con azúcar glas y en forma de la Catedral de Colonia.

Fue fantástico.

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