“No existe nada mejor, al menos para Petersburgo, que la avenida Nevski. Ella significa todo. ¡Cómo refulge esta calle, ornato de nuestra capital! Ni el más mísero de sus habitantes cambiaría la avenida Nevski por toda la riqueza del mundo.”
Nicolai Gogol, La Avenida Nevski
La calle atraviesa la ciudad, comenzando en el Almirantazgo, que alguna vez fue la Escuela de Almirantes Imperiales Rusos, y terminando en la estación San Petersburgo-Glanvy o estación Moskovsky, la más antigua de la ciudad. Comparte su nombre con el príncipe Alexander Nevski, quien vivió de 1221 a 1263, mucho antes de la fundación de San Petersburgo, y mide 4.5 kilómetros que están llenos de cafés, iglesias, tiendas, teatros, cines y fantasmas de artistas.
El Almirantazgo

“Hace unos días, en una librería rusa, relegada por un destino inculto a un lóbrego callejón de Berlín, seleccioné tres o cuatro nuevos volúmenes, y entre ellos su novela, La aguja del almirantazgo. Un buen título –aunque solo fuera por el hecho de que es, no es verdad, un tetrámetro yámbico, admiraltéyskaya iglá, sin contar, además, con que también es un famoso verso de Pushkin.”
Vladimir Nabókov, La aguja del almirantazgo
Pasamos por ahí un par de veces, primero de día y luego de noche. Vimos la fuente, los bustos, las placas, la arquitectura con su estilo imperial y la aguja que termina con una punta en forma de barco. No nos detuvimos demasiado. Hacía mucho frío y todavía teníamos mucho qué ver. El almirantazgo no falta en las obras literarias situadas en San Petersburgo, el cuento de Nabókov es solo uno de muchos.
Restaurante Café Literario

Sobre la misma avenida, junto al canal Moika, está el restaurante Café Literario, alguna vez llamado el Café Wolff & Beránger. Se reconoce fácilmente por las placas colgadas en sus paredes externas. Es un lugar con mucha historia y mucho arte. Cuentan que ahí tomó Tchaikovski uno de sus últimos vasos de agua en noviembre de 1813 y ahí estuvieron también los escritores, Mijaíl Lermontov y Fiódor Dostoyevski.

Habrán notado la cara de Alexander Pushkin en una de las placas de afuera. Entrando, verán del lado derecho una figura de cera del autor. Está siempre ahí sentado, contemplativo junto a la venta con su pluma en la mano.

Alexander Pushkin murió en febrero (o enero, según el calendario juliano) de 1837 en un duelo contra Georges d’Anthès, quien constantemente pretendía a la esposa del escritor, Natalia. Un par de días antes de ir al duelo que acabaría con su vida, Pushkin se reunió en el Café Literario con su segundo o padrino de duelo, quien le entregó su pistola. La casa de Pushkin está a unos cuantos metros del Café, sobre el Moika.

Es un lugar de tamaño mediano, decoraciones antiguas, ambiente cálido y música en vivo. En el piso de abajo se aprecia el piano y en el de arriba, violín. Recordarán que fuimos a Rusia la primera semana de enero, en plena temporada de Navidad. En el primer post les comenté que la Navidad ortodoxa se celebra el 7 de enero. Nosotras decidimos celebrarla en el Café Literario.

Habíamos planeado comer una entrada y tal vez un postre. El popular café, visitado por tantos artistas rusos, que está localizado en la avenida principal de una de las ciudades más famosas de Rusia seguro tendría precios muy fuera de nuestro presupuesto.
¡Sorpresa que nos llevamos al verlos en el menú! Precios tan accesibles, que pedimos plato fuerte, postre, bebida fresca y hasta dos cafés.
Muy en línea con su tema, la cuenta la trajeron en una caja con forma de libro.

La Casa del Libro, Dom Knigi
Ubicada donde la Avenida Nevski hace esquina con el canal Griboyédova, la Casa Singer fue construida en 1910 con un estilo art nouveau para la compañía de máquinas de coser Singer. Se convirtió en librería después de la revolución y actualmente es la más grande de la ciudad.

Con sus libros académicos y literarios, con sus periódicos y revistas, con su zona de calendarios y útiles escolares y de oficina, y con su área de libros en otros idiomas, es un lugar en el que una se pierde fácilmente.

Por la época, tenían varias secciones navideñas para decoraciones, regalos, comida, libros y tarjetas, repartidas en distintas áreas del edificio. Miriam y yo pasamos varias horas viendo todo y regresamos varias veces. Ella siempre tenía más opciones, al no estar tan limitada por la barrera del idioma. Yo me di mis vueltas por todos los pisos, pero sobre todo me quedé en la sección de idiomas extranjeros, que incluía literatura rusa y literatura internacional.

Hay dos cosas que siempre hago cuando voy a una librería en otro país: 1) Busco uno o dos libros escritos en dicho país y 2) busco a Julio Cortázar. Esta vez, encontré a ambos.


Estación Moskovsky
La Avenida Nevski termina en la estación más antigua de la ciudad, la estación Moskovsky, que conecta San Petersburgo con Moscú. Construida entre 1844 y 1851, esta es la estación donde Anna Karenina tomó el tren a Moscú en la novela de León Tolstoi. En Google se ve que es un edificio muy bonito. En vivo, lo estaban renovando, por lo que no alcanzamos a ver nada. Al menos nos pusieron una lona para darnos una idea.

A San Petersburgo, es necesario volver al menos otras tres veces para realmente ver todo lo que la ciudad ofrece, ya que museos, literatura, música, arte y cultura, le sobran.

Una cosa es clara: sea cual sea la razón de la visita, sin importar el tipo ni el lugar del evento, uno no puede estar en San Petersburgo sin pasar por la Avenida Nevski, ni en vivo, ni en los libros.