Cada año busco una cita para escribir en mi libreta. Normalmente escojo una de las mismas tres, la primera de Alfred Lord Tennyson, la segunda de T.S. Eliot y la tercera, mi favorita, de Ray Bradbury.
“Next year’s going to be even bigger, days will be brighter, nights longer and darker, more people dying, more babies born, and me in the middle of it all.”
Cada año también escojo una palabra.
En el 2016 fue organización (aunque no fue algo que escogí conscientemente), en el 2017 fue disciplina, en el 2018 fue propósito.
¿Por qué escogí propósito?
Quería que hubiera propósito en todo lo que hiciera, sin importar qué tan grande o pequeño fuera un acto.
2018: Un año con propósito
El 2018 fue un año extraño. Fue bueno pero complicado. La situación nacional e internacional son suficientes para decir que definitivamente apestó, pero no todo fue tan malo. En el pequeño universo que es mi vida, hubo muchos cambios. Batallé con el dinero pero conseguí un trabajo como maestra de idiomas, un trabajo que me encanta, avancé con mi maestría y a pesar de mis inseguridades, comencé a buscar opciones para el futuro laboral, escribí un cuento que apareció en una revista literaria independiente, me enamoré y me uní a una asociación de estudiantes de ciencias políticas. Y siento que hubo propósito en todo lo que hice y en casi todo lo que comencé. A veces se siente como que es mucho, a veces me da ansiedad, pero en general ha sido bueno. Dios ha sido bueno.
Estoy mucho más ocupada ahora y vivo más cosas más interesantes que hace un año, sin embargo, llevo ya tiempo sintiendo que mi vida está un poco fuera de balance.
Ha sido así: primero no tenía dinero pero mucho tiempo para estudiar. Conseguí un trabajo en las tardes y todo iba bien, pero luego me uní a la asociación de estudiantes (trabajo voluntario) y conseguí algunos proyectos de traducción y me comencé a atrasar con los estudios. Después de un semestre de malabares y carreras, me fui de vacaciones, estuvieron fantásticas, pero al regresar tuve que apurarme a terminar unos trabajos de la uni que había dejado inconclusos. Los terminé y saqué una buena nota, pero el precio fue dormir muy poco y comer muy mal.
Con la llegada del nuevo semestre, finalmente encontré la forma de llevar el trabajo, la asociación y la maestría, pero dejé de leer y de escribir. Mi vida social también se vio muy afectada, pero dos de mis mejores amigos se mudaron más cerca y nos empezamos a ver casi cada fin de semana, lo cual mejoró bastante mi rutina de estudios-trabajo-estudios-trabajo.
Con todo esto en mente, he decidido que mi palabra para el 2019 será balance.

2019: Un año balanceado
Este año quiero lograr un balance en todo, en mi rutina, en mi alimentación, en mis relaciones sociales, en mi lectura y al escribir. Así pues, he aquí algunas de las intenciones para el año:
- Completar todos mis créditos y empezar mi tesis (ok, esa es inevitable);
- Hacer tiempo varias noches a la semana para leer (tanto mi Biblia como otros libros);
- Despertar más o menos a la misma hora todos los días;
- Tener una cita una vez a la semana;
- Llamarle a mis amigos (especialmente a los que viven lejos) con más regularidad;
- Hacer tiempo varias mañanas a la semana para escribir.
Esas son mis intenciones generales. También tengo una lista de intenciones para el blog, así que he aquí lo que van a leer este año:
- Reseñas de libros;
- Zona Crepúsculo: una serie de posts acerca de la saga de Crepúsculo, con una perspectiva diferente a la que tenía hace algunos años y con una idea más clara de cómo vemos las cosas que son “para niñas”;
- La alegría de escuchar libros;
- El Monte Fuji o la vez que decidí subir una montaña sin entrenar;
- Otros posts de viajes.
Entonces, sin más que decir, esperaré que todo salga más o menos como me lo he propuesto. Aquí está T.S. Eliot para ustedes y, queridos y desocupados lectores, deseo que todos tengan un año interesante y balanceado.
“Las palabras del año pasado pertenecen al lenguaje del año pasado. Las palabras del próximo año esperan otra voz.”